CAPSULA HISTORICA: Fin del Tranvía de Santo Domingo en 1903

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En 1895 inauguró en la capital un servicio de tranvía que estuvo operando hasta 1903, propiedad de la Sociedad Anónima Ferrocarril de Santo Domingo presidida por el munícipe Eugenio de Marchena, integrada por Alexis Licairac y administrada por Félix E. Soler.

Según relata el historiador Luis Alemar en una crónica compilada por Constancio Cassá en Escritos de Luis E. Alemar, 1918-1945, «en los primeros meses el tranvía iba desde el muelle subiendo hacia Santa Bárbara, hasta el Fuerte de la Concepción, que era donde estaba la Estación», sita en el cuadrante que forman las calles Mercedes, Palo Hincado, Mella y el actual paseo peatonal de la Prolongación Pina, atravesando así la calle El Conde. Continúa diciéndonos el cronista de la urbe, que el tranvía «después partía de Santa Bárbara y la vía llegaba hasta Güibia. En 1902 se extendió hasta San Jerónimo. Prestaba muy buen servicio y producía un apreciable rendimiento. Era un servicio que, en aquella época, le hacía honor a la ciudad. La terrible noche del 12 de abril de 1903, cuando la revolución del 23 de marzo (que derrocó a Horacio Vásquez y colocó en la presidencia al general Alejandrito Woss y Gil), la estación fue incendiada y se perdió la mayor parte de los carros.»

Se trataba de carros tirados por dos caballos, que corrían sobre una estrecha línea de rieles ubicada en calles de tierra apisonada. Varios registros fotográficos de la época muestran este singular sistema que operó en otras latitudes y que luego evolucionó, cuando la energía eléctrica se convirtió en una facilidad pública, hacia los tranvías conectados a una red de cables aéreos. Sobre el aludido siniestro, Alemar refiere que «fue suceso muy lamentado». Y que «ese mismo año la empresa reconstruyó la estación, reparó algunos de los carros y utilizó otros que pudieron sacarse a tiempo; pero el Gobierno se opuso a que volviera a ocupar el Fuerte de la Concepción, temeroso de que, en caso de revolución, pudiera servirles a los sitiadores de la ciudad. La empresa estuvo haciendo esfuerzos para volver a restablecer el servicio; pero todo fue inútil. Finalmente quebró.

«En 1906 el Ayuntamiento resolvió macadamizar la calle del Conde y la del Comercio; pero no se atrevía a hacerlo por temor de que el tranvía fuera restablecido y la obra de macadamización sufriera trastornos. Ese mismo año, al liquidarse los bienes de la Compañía, el síndico de la quiebra puso en subasta la concesión que le había otorgado a aquélla el Congreso para la instalación y operación del tranvía, y el Ayuntamiento, por iniciativa de su presidente, don Franz Baehr, resolvió adquirirla, como un medio seguro de impedir que se restableciera el tranvía y el tendido de rieles fuera un obstáculo para el arreglo y conservación de las calles. Poco después se hizo el arreglo de la calle del Conde.»

La macadamización no aludía en lo más mínimo a la macadamia que hoy fomentan con éxito los Moreno en la Loma Quita Espuela de San Francisco de Macorís. 

Se trata de una tecnología de construcción de calles y carreteras desarrollada por el ingeniero escocés John McAdam, consistente en pavimentar con un material de piedra machacada que una vez tendida se comprime con el pase del rodillo, apisonándolo. Sistema al cual se le agregó luego alquitrán para unir las piedras, asfaltado en la era del petróleo y hormigón hidráulico en el reinado del cemento.

Como consecuencia de la revolución del 23 de marzo de 1903, que derroca a Horacio Vásquez y colocó en la presidencia al general Alejandrito Woss y Gil, la Estación de Servicio de Tranvía, propiedad de la Sociedad Anónima Ferrocarril de Santo Domingo y ubicada en el Fuerte de Concepción (en la actual Palo Hincado esquina Mercedes de la Zona Colonial), es incendiada el 12 de abril de ese año 1903, perdiéndose la mayor parte de sus carruajes.

Texto: José del Castillo e Historia Dominicana en Gráficas

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