Ante la nueva agenda imperialista de la nación que alguna vez fuere la primera potencia del planeta, se plantea un nuevo orden mundial, regional y me atrevería a decir que hasta local, ya que las tan contundentes como polémicas políticas que ha aplicado desde su llegada al poder hace apenas un mes el presidente Donald Trump, han sacudido a nivel global con la fuerza de un terremoto de escala 8.8 grados en la escala de Richter, obligando a todas las naciones de la Tierra a tomar medidas en consecuencia.
Pero vamos al grano. República Dominicana fue el foco de atención de la política exterior norteamericana hace apenas dos semanas, sirviendo de escenario para que su Secretario de Estado, Marco Rubio, culminara su primera gira como canciller de los Estados Unidos, realizando “visitas” a países clave para la ejecución de las políticas Trump en Las Américas, donde para nadie es un secreto fue a imponer los intereses de los nuevos inquilinos de la Casa Blanca, los cuales trascienden más allá que el tema de las deportaciones de inmigrantes ilegales y peligrosos, defensa de su soberanía y seguridad nacional (cosas que no se deberían cuestionar a cualquier país que diga ser independiente), y llegando en el caso de nuestro país a destapar un tema que no es nuevo para algunos actores de la vida nacional pero si novedoso para un pueblo que desconocía tan siquiera el significado del término “tierras raras”.
¿Recuerda usted que lo mejor siempre se deja de último? El hecho de que Santo Domingo fuese la última parada del Sr. Rubio, no obedece a otra cosa que al interés marcado del gobierno estadounidense en este territorio que resulta vital para la Casa Blanca y los planes del presidente Trump en Migración (dada la cantidad de inmigrantes ilegales dominicanos y con historia criminal), Seguridad (por la estratégica ubicación geográfica dominicana y su cercanía con el país más pobre e inseguro de la región que es Haití), Comercial (por las inversiones gringas y el intercambio comercial entre nuestras naciones), Narcotráfico (nos consideran uno de los principales puentes del narcotráfico y plazas para su lavado de activos), Cooperación Internacional (estamos en medio del escándalo USAID por sus “grandes inversiones” en el país), y el nuevo atractivo de nuestras relaciones bilaterales: “Cooperación en la explotación de minerales de gran interés para la tecnología y la industria” (las mal llamadas “Tierras Raras”). Y es en este último aspecto de esas relaciones en el que voy a profundizar un poco más.
Bien es sabido, que Estados Unidos va en desventaja en una carrera maratón frente a China, que con su política globalista ha logrado en la última década penetrar y forjar lazos en materia de cooperación con los países de Latinoamérica, y vaya “coincidencia”, con mayor fuerza en los países que fueron visitados por el canciller norteamericano en su primera visita, a decir, Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala, y por supuesto, República Dominicana. Iniciando por Panamá y los celos de los ojos azules por el supuesto “mal trato” recibido en el uso del canal homónimo, y terminando en suelo quisqueyano hablando de las tierras raras que se rumora hace tiempo están siendo vendidas al gigante asiático para su uso en el desarrollo tecnológico, en las cuales han puesto la mirada ante “el peligro” que representa que sean los chinos y no ellos, los que tengan acceso (más bien llamaría control) sobre este recurso de conjuntos minerales de tantísima importancia y valor. Ante esta lucha de los pesos pesados de oriente y occidente por intereses netamente económicos y sobre recursos estratégicos, nuestro país que bien ha avanzado bastante, gracias a la cooperación china, recibe la intimidante visita del coloso de norteamérica en la que evidentemente no tuvo otro objetivo que el de consultar la lealtad de nuestro gobierno con el suyo, y medir la disposición de la administración Abinader de colaborar con la de Trump, a la vez que nos sumaban a la lista de estados lacayos, peones y pseudo colonias que engrosan el poder de los yankees más allá de sus fronteras.
Recuerden que los gringos no regalan nada, y que cuando ofrecen “ayuda”, es porque saben que detrás de esa supuesta desinteresada mano amiga, están la primacía de sus intereses, los cuales harán valer ejerciendo su posición de potencia, sin importar el impacto que pueda tener sobre los países que ellos consideran ser parte de su séquito de naciones “amigas”, aunque yo les llamaría subordinadas.
Es por esto, que no debemos confundir humildad con cobardía, ni amistad con solidaridad, pues ademàs de todos los intereses de los norteamericanos que ya conocíamos, se acaba de agregar a la lista algo que trasciende cualquier otro elemento que en el pasado haya llamado a su atención, y es la ventaja que representa el control de las “Tierras Raras” y su aprovechamiento frente a China y su interés geopolítico sobre este tercio insular.
Queda pues como dominicanos, observar el comportamiento de nuestro gobierno frente a la voracidad del Gobierno de Trump y su lucha con China, y hasta que punto seremos soberanos atendiendo a los intereses por los cuales han de convertir a nuestro país en un terreno de lucha con la potencia asiàtica que cada día va ganando el terreno que poco a poco han ido los de barras y estrellas, perdiendo.
Por: Santiago R. Castillo