El nacionalismo no apoya la regularización

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Por Dayvi López Vargas

El Gobierno nacional no puede violar las leyes dominicanas y mucho menos politizar el tema de la soberanía. Desde que se convoca a los partidos políticos, se politiza la soberanía. La soberanía no fue el legado de estos tres partidos políticos, sino el legado de los grandes muertos y gente que hoy no están con nosotros, pero que su sangre y sudor brotó por la liberación de nuestro país y el crecimiento mediante el trabajo.

Dentro de algunas reuniones con líderes nacionalistas, la consigna es clara, no regularización de haitianos. Resulta anacrónico e inmoral pactar un acuerdo leonino dónde nuevamente la nación dominicana sería la perjudicada. Aquel desdichado país no es capaz ni de mostrar  los documentos de sus ciudadanos y no se puede confiar en los haitianos, históricamente ha quedado demostrado y así afirmaba el Gral. Pedro Santana, principal espada libertadora de la República.

El que no está con la República Dominicana, conspira contra la república, traiciona y se une a intereses personales o intereses foráneos. Venga de dónde venga la orden, nuestro pueblo no se detendrá en su lucha en defensa de la dominicanidad. Nada ha podido detener el indómito pueblo dominicano.

No podemos regular lo que no está regulado por Haití, como no podemos regular, cuando nosotros carecemos de cédulas de identidad. Parece un caos inducido. La exclusión de líderes nacionalistas es una forma de soberbia y complicidad. Creen más en ellos que en el pueblo.

Todo el pueblo acusa a los líderes del PLD, PRM y Fuerza del Pueblo de la «haitianización» atroz. Ellos, al parecer, no sienten remordimientos ni vergüenzas hasta que no terminen   de concluir la obra fusionista, luego vendrán sus vástagos a terminar sus obras.  La suerte está echada y la oligarquía ha sido clara en sus objetivos.

En el ámbito de las migraciones, esta es indeseada. La regularización de inmigrantes haitianos irregulares es vista como una solución para integrarlos a nuestra  sociedad, pero estos tres partidos  buscan  lograr objetivos políticos, sacrificando nuestra dignidad.

La burguesía y los haitianos tienen algo en común, evaden la recaudación de impuestos y fiscal. Esto es grave para el desarrollo de la economía dominicana. La regularización de inmigrantes creará una crisis política y social en nuestro país. Hace unos años se quiso legalizar casi 800 mil, en la actualidad, las cifras podrían ser mayores.

Los conspiradores  nacionales e internacionales no terminan de entender que Haití y República Dominicana constituyen dos países en una isla. Ellos no parecen conocer de historia dominicana o del Caribe, o  la geografía política mundial. Pensamos que es una soterrada estrategia para promover un híbrido binacional fuera de toda prudencia y de  toda lógica histórica.

El solo hecho de las reuniones secretas del mandatario y exmandatarios han herido la sensibilidad nacional frente a este tema. Ellos deben saber que la solución a Haití no es República  Dominicana.  No busquen influir a que el  país renuncie a la aplicación de sus leyes, al ejercicio del derecho a la autodeterminación de sus políticas nacionales.

Desde el punto de vista de analista político internacional resultaría perjudicial para el país estas medidas que, estando Haití en un conflicto armado y la nueva política migratoria de la gran nación del norte, lo más probable que los haitianos ilegales de Estados Unidos y  los que nos vende del Gobierno, de la  oposición y del Congreso estén de acuerdo con recibirlos como un «depósito» de ilegales a  la gran nación del Gral. Duarte y el Gral. Santana: con ello sumar la explosión demográfica y el traslado inducido de haitianos hacia el país.El referéndum o plebiscito son  métodos que logran la  conciliación de intereses, pero cuando se usan otros mecanismos, resulta  una imposición de reglas, y es evidente que están involucrando sectores no nacionalistas   para llevar al país a una trampa y hacerle aceptar una política de “libre tránsito de ciudadanos” de uno y otro lado, que es casi como borrar la identidad, el legado de los próceres, los límites territoriales y dar paso a la tan deseada  hibridación de ambas naciones  y los sueños de la casta empresarial dominicana y haitiana de “una sola isla”.

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