Sobre la marcha en Friusa: ¿Perdimos La Batalla?

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Todo comenzó el sábado 29, la noche previa a la fecha elegida por un grupo de patriotas para lo que prometía ser la mayor concentración en defensa de la soberanía nacional desde la Guerra de la Restauración. Una reconocida pero cuestionada periodista, entrevistó al héroe nacional del momento, con la clara intención de desprestigiar su lucha y su incansable esfuerzo por defender una soberanía atropellada diariamente por traidores a la patria y organizaciones con financiamientos opacos, al servicio de la desestabilización del país.

El objetivo de estos grupos es claro: empujar hacia una fusión con el país más pobre del hemisferio, con el que, pese a compartir isla, no compartimos identidad. Se trata de un Estado Fallido, colapsado en lo económico, político y social. Aquí comenzó a orquestarse el golpe final contra una manifestación que, al día siguiente (domingo 30 de marzo), prometía marcar un hito en el sentimiento nacionalista y exponer el macabro plan de fuerzas antinacionales históricamente beneficiadas por el flujo migratorio descontrolado desde el oeste de la isla. 

Desde su anuncio, la Marcha hacia el Hoyo de Friusa enfrentó oposición de sectores locales y foráneos: políticos, funcionarios, empresarios, religiosos, comunicadores y una legión de serviles a intereses extranjeros que siempre han buscado «resolver» el problema haitiano desde suelo dominicano. Los medios, con peones disfrazados de periodistas, satanizaron el evento, e incluso que el propio Gobierno —a través del Ministerio encargado de garantizar el derecho a la protesta— hizo intentos de desarticular y desincentivar el llamado. Ironías del destino: el mismo Gobierno cuyos altos funcionarios marcharon en 2017 con el Movimiento Marcha Verde y ocuparon la Plaza de la Bandera en 2020 «en defensa de la democracia», esta vez reprimió a ciudadanos que exigían frenar la silenciosa invasión haitiana.

En lugar de proteger el derecho a la libre expresión, militares y policías dispararon sus armas y bombas lacrimógenas contra dominicanos que clamaban por soberanía. La primera justificación oficial fue la «no autorización» para acceder a El Mosquito en Hoyo de Friusa; un argumento absurdo pues la Constitución Dominicana (Art. 46) garantiza el libre tránsito de sus ciudadanos por todo el territorio. Luego, alegaron que «grupos infiltrados» habían desvirtuado la protesta. Si bien Ángelo Vásquez (presidente de la Antigua Orden Dominicana, organizadora del evento) reconoció incidentes, es evidente que esos elementos fueron introducidos por los enemigos de la dominicanidad para justificar la represión y ocultar el verdadero propósito: denunciar la ocupación haitiana en Friusa y todo el territorio nacional. 

Puede parecer que el movimiento nacionalista sufrió un revés. Los colectivos haitianos y sus patrocinadores —locales e internacionales— lo celebraron. Pero la verdadera victoria es haber desenmascarado a los cómplices de este complot y haber despertado una conciencia dormida frente a una invasión que avanza con la complicidad de autoridades negligentes. Ganamos, porque hoy sabemos claramente quiénes son los traidores. Y el próximo 24 de abril, desde el Palacio Nacional, recordaremos al mundo que en República Dominicana mandan los dominicanos. 

Por Santiago R. Castillo

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